La tecnología de los procesos educativos
se refiere al diseño y planeamiento de la enseñanza como elemento central de la
Tecnología Educativa. La Tecnología Educativa se sitúa dentro de un proyecto
curricular amplio en el que ya existen otras áreas y zonas de trabajo que
cubren esos temas tales como: Teoría del Aprendizaje, Fundamentos biológicos,
Teoría de Sistemas, Didáctica General, Cibernética, etc. Al hablar de
aportaciones de ciencias como la Didáctica debemos señalar el papel de esta en
el desarrollo de modelos. Por otro lado, es en función de los modelos escogidos
que se desarrolla una u otra visión tecnológica.
La Tecnología Educativa realiza el
diseño de procesos educativos con referencia a situaciones concretas. En este
sentido, se marcan distancias respecto a la Didáctica, estimuladora de modelos
generales, en tanto que la Tecnología Educativa trata de la aplicación de dicho
modelos a situaciones concretas. La Tecnología Educativa realiza el diseño de
procesos educativos entendidos como procesos de comunicación. Esta es una
reducción drástica del nivel de definición que hasta ahora permitía la
coexistencia de diferentes tendencias. Dicho de otra forma, si bien no se puede
negar la importancia y validez de otras perspectivas, y se da por supuesto su
inclusión como objeto de estudio, se toma partido por una línea concreta.
La Tecnología Educativa no se centra exclusivamente en
el individuo. Esta apreciación, por lo demás obvia, se resalta como contraste a
ciertos desarrollos de la Tecnología Educativa en los que se ha insistido
fundamentalmente en el proceso. Realiza el diseño de procesos didácticos basándose
en una investigación evaluativa continuada. De alguna manera se trata de
recoger la preocupación actual por una tecnología flexible que se adapte a la
realidad, y aprovechar los resultados que están proporcionando las nuevas
tendencias en investigación que, de modo algo discutible en ocasiones, se
agrupan bajo la denominación «Investigación-acción».
Es obvio que, si se plantea la necesidad de
establecer metas u objetivos, debemos plantearnos la necesidad de evaluar si
estos o aquellas son alcanzados. Sin embargo, el distinto carácter que pueden
tomar según el tipo de diseño lleva a plantear la evaluación más que en
términos de medición de resultados, en términos de interacción investigadora
con los participantes en el proceso.
La tecnología nos ha metido de lleno en
la sociedad de la información, que es diferente de la sociedad industrial. En
la sociedad industrial el recurso principal es la energía y los instrumentos
son coches, camiones, trenes o aviones. La característica más importante de la
sociedad industrial es que la energía puede extender y ampliar el cuerpo
humano. La sociedad de la información es diferente porque la velocidad de su
evolución es más rápida y su principal recurso es la información. La
característica más importante es que nos permite extender la mente humana.
La ampliación de los recursos mentales,
junto con la capacidad de ampliar el cuerpo humano, ha desembocado en una nueva
realidad, la mente humana, que, según los expertos, es ahora mismo la fuerza
más poderosa del planeta. Pero la información sin significado es inútil. Y es
la educación la que transforma la información en conocimiento.
Por eso, la educación se encuentra ahora
en una encrucijada. ¿Cuál es la ruta pedagógica que podemos seguir ante las
nuevas tecnologías para que no ocurra con la enseñanza virtual lo que ha
ocurrido con la radio, el teléfono o la televisión?
Antes de encontrar una respuesta tenemos
que recordar que la educación ha sufrido algunos cambios importantes en las
últimas décadas. En primer lugar, ha habido un cambio paradigmático de
indudables consecuencias: la educación ha pasado de un paradigma
«instruccional», que acentuaba la enseñanza y el profesor, a un paradigma
«personal», que acentúa el aprendizaje y el alumno que aprende. Ahora, lo importante es
que el alumno aprenda, y a ese proceso de aprendizaje se subordinan todos los
elementos del sistema educativo, incluidos el profesor y la enseñanza (Beltrán,
1993). Y ha habido un cambio conceptual que interpreta el aprendizaje no como
una adquisición, acumulación o reproducción de datos informativos, sino como
una construcción o representación mental de significados.
EL ALUMNO
EN EL AULA VIRTUAL
El papel del alumno en este contexto debe ser
diferente al del contexto convencional. Si el aprendizaje se interpreta de
forma reproductiva, poco hay que discutir. Pero si se interpreta de forma
constructiva, la enseñanza virtual puede jugar un papel trascendental y casi
desconocido. Se sabe que el cerebro humano no funciona igual en todas las tareas
de aprendizaje, ni en todas las formas de aprendizaje, ni en todos los tiempos
de aprendizaje. Los estilos, estrategias, preferencias, aptitudes e intereses
de los alumnos son variables y de indudable importancia a la hora de programar
los aprendizajes escolares. Hay muchas formas de ser inteligente y, en
consecuencia, de aprender. La edad, la inteligencia, el sexo y la cultura son
otras tantas variables igualmente importantes desde el punto de vista
estratégico. En una palabra, el aprendizaje diferenciado, individualizado,
personalizado ofrece oportunidades excelentes de programación tecnológica. En
el fondo, de lo que se trata no es de lograr una enseñanza de excelencia, sino
de lograr que cada alumno consiga en el aprendizaje su propio nivel de excelencia
Los valores son la asignatura pendiente de la
educación. Se habla también de la alfabetización emocional, y lo que es más importante, de
entrelazar los dos mundos, la mente y el corazón. El lenguaje de la educación,
que sigue a la ciencia, está lleno de términos como eficacia, rendimiento,
productividad, evaluación, competitividad, costos, o gestión. Todos ellos
tienen connotaciones económicas y cuantitativas. Pero estos términos quedan muy
lejos del lenguaje que se relaciona con la persona, los sentimientos, la
pasión, las emociones, la sensibilidad, el arte, la formación, la cultura, los
valores o la comunidad. Es verdad que debemos reconocer el valor de los
aspectos productivos de nuestro trabajo, pero no limitar nuestro trabajo a una
perspectiva tan estrecha.
Lo bueno sería integrar los dos
lenguajes, los dos mundos. Sería interesante pensar por un momento en lo que
podría ser un centro educativo en el cual los profesores definieran su trabajo
en los dos lenguajes, de manera que se fueran borrando las fronteras entre el
juego y el trabajo, porque cada estudiante y cada profesor estuviera
completamente volcado en aprender, descubrir y crear, asumiendo riesgos; un
centro educativo en el que la admiración y la sorpresa fueran valoradas, los
estudiantes experimentaran su pasión por el conocimiento, las emociones fueran
reconocidas como parte de la vida académica y no fueran reprimidas, la armonía
y la expresión artística tuvieran un lugar de privilegio y cada miembro de la
comunidad educativa pudiera compartir con los demás la responsabilidad de vivir
y transmitir estos mismos ideales. La enseñanza virtual puede contribuir de
manera especial a la conjunción e integración de estos dos mundos.
EL
PROFESOR EN EL AULA VIRTUAL
El papel del profesor ha cambiado
sustancialmente con la aparición del nuevo paradigma centrado en el aprendizaje
y en el que aprende, frente al paradigma anterior centrado en la enseñanza y en
el profesor. Solo con indicar que las tecnologías no son tanto para que las use
el profesor como para que las utilice el alumno, ya se abre una perspectiva
nueva a la programación de los aprendizajes escolares. Pero el profesor puede
encontrar en la enseñanza virtual un instrumento tecnológico y cognitivo de
indudable valor. Por lo general, el profesor suele limitarse a transmitir y a
evaluar conocimientos, y olvida las tres grandes funciones educativas que
deberían complementar su tarea: diagnosticar, mejorar y recuperar. Sin ánimo de
abordar exhaustivamente el tema, señalemos solamente una de estas funciones.
Ningún médico se atreve a recomendar ningún tratamiento si no hace previamente
un buen diagnóstico; pero sí se admite que el profesor enseñe cada día sin
averiguar previamente dónde está situado curricularmente cada alumno, cuál es
su estilo preferido de aprendizaje, en qué clase de inteligencia destaca, cuál
es su cuadro personal de motivos, valores y relaciones sociales, etc.
Evidentemente, el sistema de enseñanza-aprendizaje no podrá ser igual para
todos si el conjunto de variables anteriormente señalado arroja notables
diferencias, como es de suponer. Y ahí es donde entran las tecnologías
instruccionales.
UNESCO (2001), señala con relación a lo
anterior que: “Es repugnante la idea de que el profesor se limite a estar
presente cuando un alumno tiene problemas. Indica una experiencia educativa sin
rumbo fijo. Aprender es un ejercicio planificado”.
El ritmo del cambio que anuncia la
tecnología informática nos ha vuelto más conscientes que nunca de que el conocimiento
evoluciona. No podemos considerar al maestro como a alguien que sale de la
universidad y repite las mismas lecciones durante los cuarenta años siguientes.
Los profesores tienen que desarrollar más vínculos con las universidades y
estar suficientemente conectados con la sociedad para saber a quién dirigirse y
preguntar sobre una base de respeto mutuo.
Los educadores deben aprender a utilizar la
tecnología. Si el desarrollo profesional pudiese producirse en línea y dotar a
los profesores de los recursos necesarios para integrar el uso de la
tecnología, éstos comenzarían a confiar en estas. Los programas informáticos de
mala calidad son otro gran obstáculo. La manera de avanzar es facilitar el
diálogo entre empresas y profesores para decidir qué tipo de programa se
requiere y cuál es realizable tanto técnica como económicamente
LOS
CONTENIDOS
Otro de los puntos de reflexión respecto al uso de
las nuevas tecnologías es el problema de los contenidos. Según los expertos, se
han descubierto más conocimientos en los diez primeros años de este siglo que
en los diecinueve siglos anteriores. Los conocimientos siguen aumentando de
forma exponencial. Y hay un dato que los expertos confirman cada vez con mayor
convicción: cuantos más conocimientos se ofrecen a los alumnos, más difícil es
que los aprendan de forma constructiva, obligándoles, de esta manera, a
reproducirlos miméticamente. Y los que más pierden son los sujetos que más
desean aprender significativamente, es decir, los mejores alumnos.
Las nuevas tecnologías tienen aquí otro
extraordinario campo de acción para superar el problema de los contenidos. Las
nuevas tecnologías podrían
ayudarnos a rediseñar el currículum haciéndolo más asequible, personalizado y
significativo. Nunca como ahora se hace realidad el principio de la economía de
la enseñanza: no hay que enseñar lo que se puede enseñar, sino lo que se puede
aprender. Esto es más verdad aún en la enseñanza virtual (Segovia y Beltrán,
1999).
Materiales
Didácticos
Pero no solamente debemos considerar los
contenidos, sino sobre todo los medios didácticos a utilizar, y no son más que aquellos
medios y recursos que facilitan el proceso de enseñanza y de aprendizaje,
dentro de un contexto educativo global sistemático, estimulando la función de
los sentidos para acceder más fácilmente a la información, a la adquisición de
habilidades y destrezas, y a la formación de actitudes y valores.
La diferencia entre "medios" y
"recursos" es que los primeros han sido diseñados para ser utilizados
en procesos educativos, mientras que los segundos han sido diseñados con otros
propósitos y son adaptados por los docentes para los procesos educativos.
Veamos algunos ejemplos de ambos: "un libro de texto es un material
didáctico", mientras que un procesador de textos o una presentación
realizada con [Microsoft PowerPoint] pueden ser un recurso educativo.
En un medio o recurso de instrucción se distingue
dos aspectos: ¿Cómo el maestro va a enseñar? Y los materiales que va a
utilizar. El profesor como educador debe manejar los factores de la
instrucción, Ser capaz de generar el contenido del mensaje y organizarlo de
acuerdo con la estrategia del aprendizaje.
En el mundo de hoy la tecnología
juega un papel muy significativo para satisfacer las exigentes demandas de la
sociedad moderna. Hemos visto a través del tiempo como el ser humano y la
sociedad ha tenido la necesidad de facilitar y organizar sus tareas cotidianas.
La integración curricular de los medios
tecnológicos (informáticos, telemáticos, audiovisuales y de la comunicación
social en general) y el aprovechamiento de las ventajas didácticas no resulta
una tarea sencilla. El profesorado requiere determinadas habilidades y
conocimientos técnicos, ha de estar informado sobre los materiales disponibles
y sobre como usarlos didácticamente, y necesita unos recursos y una
infraestructura para desarrollar las actividades educativas con los alumnos.
También es necesario tiempo para preparar todas estas cosas, para planificar,
para evaluar su uso.
El hecho de que el docente tenga una
actitud positiva o negativa a la hora de desarrollar su tarea en entornos
tecnológicos está condicionada por:
- La infraestructura de comunicaciones
de que disponga.
- El espacio disponible en su centro
habitual de trabajo que permita la fácil integración de Ia tecnología.
- Su preparación para el uso de esta tecnología.
- La disponibilidad del docente para una
formación permanente.
Con lo anterior, nos damos cuenta de la
importancia de que el docente se encuentre capacitado adecuadamente, que no
solamente es un agente motivador de nuevas experiencias de aprendizaje haciendo
uso de la tecnología, ni tampoco es un comunicador o la manera tradicional;
para cumplir de manera satisfactoria con su función, debe planificar su
actividad y actualizarse permanentemente.
Para trabajar con el uso tecnológico, es
deseable que el profesor mantenga el interés permanente de sus estudiantes, que
detecte y atienda a sus necesidades educativas y permitirles cuidar que el
contenido y las actividades de aprendizaje sean interactivas y darle atención a
los ambientes de aprendizaje creados, lo que será reflejado en los procedimientos
didácticos y de uso de medios tecnológicos que implemente sin olvidarse que no
todos los individuos aprenden de la misma forma.
RECOMENDACIONES
Responder con efectividad a una planificación de la
tutoría posiciona para estar preparado para lo no esperado en su proceso. La
concepción de una sólida formación pedagógica, humanista y tecnológica son
indispensables si se desean resultados eficientes; la función de ser tutor
absorbe una personalidad ecléctica que se promueve bajo la comprensión de las
complejas conductas del alumno y que construye, para interesarlo, ambientes
motivadores, estratégicos y autoevaluadores como condiciones que no permiten prerrogativas
desarticuladas del proyecto curricular y educativo de centro, ello obliga a una
toma de conciencia definida sobre las políticas de incursionar en nuevas
modalidades para la formación a distancia; no hacerlo es estar igualmente
preparado para los nuevos fracasos en tiempos de las nuevas tecnología:
a.- Considerar las características o posibilidades
de los recursos técnicos para saber qué planear.
b.- Determinar la metodología o reglas de trabajo y
participación en la tutoría combinando los fundamentos de la pedagogía y la
tecnología.
c.- Considerar y plantear de antemano algunos
recursos didácticos que pueden apoyar y enriquecer la tutoría y contribuir con
el aprendizaje.
d. Valorar y recomendar a cada alumno los tiempos
de que dispone la tutoría para aprovecharla al máximo.
e. Recordar y recomendar ser claros, objetivos y
precisos en lo que se va a tratar para que el medio no sea una limitante en la
interacción.
f. La tecnología es sólo el medio que transporta
el mensaje, el propósito es el alumno.
g. Rediseñar la educación. Una primera
propuesta sería aprovechar las nuevas tecnologías, y más concretamente la
enseñanza virtual, para rediseñar, repensar o reinventar la educación. Las
empresas que lo han hecho en la sociedad industrial han conocido el éxito. Las
que se han contentado con una simple reestructuración no han salido adelante y
han sucumbido. En este sentido, habría que volver a plantearse desde el
comienzo y a la luz de las nuevas tecnologías qué significa educar, cuál es el
papel del profesor, el papel del alumno, el significado de los contenidos y,
sobre todo, la nueva configuración del contexto escolar.
h. Convertir la enseñanza virtual en un
elemento estratégico ligado a ciertos objetivos institucionales bien definidos
como el de la calidad educativa, o de la calidad del aprendizaje, de la que
todo el mundo habla, y preguntarse cómo puede colaborar la enseñanza virtual a
la mejora de la calidad. Porque se habla de ordenadores para todos, pero ¿por
qué? y ¿para qué? El problema es cómo se puede conseguir que cada uno de los
alumnos consiga su máximo nivel de excelencia. Eso sí sería una buena
estrategia hacia la calidad educativa. Y los ordenadores pueden colaborar
eficazmente a la hora de diseñar, promover y evaluar los niveles de calidad
educativa de los alumnos, respetando los ritmos, estilos y estrategias de
aprendizaje de cada uno (Lajoie, 2000).
i. Integrar las nuevas tecnologías en el
aula, en la práctica educativa, es decir, en la misma entraña del sistema
educativo. Se trata de poner al alumno ante la tarea de aprendizaje y utilizar
la enseñanza virtual para lograr que pasen por su cabeza todos aquellos
procesos mentales que deben pasar cuando aprende; es decir, las nuevas
tecnologías deben activar la motivación, despertar los mecanismos atencionales,
ayudar a construir los conocimientos, personalizarlos a través de la
creatividad y el pensamiento crítico, transferirlos y evaluarlos. La tecnología
educativa sería, de esta forma, una ayuda inestimable para la actividad
constructiva de los alumnos en su camino hacia la interiorización y regulación
de sus nuevas competencias.
j. Interpretar las nuevas tecnologías no
como una herramienta cualquiera, sino como un verdadero instrumento cognitivo
que extiende, amplía y potencia la inteligencia humana en su difícil pero
apasionante tarea de aprender. Es posible que esta sugerencia pueda parecer
todavía algo utópico e inalcanzable.
Sin embargo, rastreando por Internet, se
pueden encontrar algunas pistas (Jonassen, 2000).
Fuente: Archivo Web
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