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miércoles, 15 de mayo de 2013

La Cabeza bien puesta ... Edgar Morin




Fuente Imagen: http://www.edgarmorin.org

Capítulos 4 y 5

Aprender a vivir
Durkheim, el objeto de la educación no es darle al alumno cada vez mayor cantidad de conocimientos sino crear en él un estado interior y profundo, que lo oriente en un sentido definido no sólo durante la infancia sino para la vida.
Para aprender a vivir se necesita no sólo de conocimientos sino de la transformación en el propio estado mental.
Siguiendo a Rousseau, Morin afirma que enseñar es enseñar a vivir, no acumular conocimiento sino incorporarlo y convertirlo en sabiduría.

La Escuela de la vida y la comprensión humana
Debemos pensar a la literatura, la poesía y el cine como escuelas de vida, en múltiples sentidos: escuelas de la lengua y de la cualidad poética de la vida, de la emoción estética y del asombro, y que permiten el descubrimiento de uno mismo, como escuelas de la complejidad y de la compresión humana.
Con ellas podemos aprender las lecciones más importantes de la vida.
No basta con explicar. Las ciencias humanas se deben comprender. La comprensión se logra mediante una pedagogía conjunta. Hay que oponer la racionalidad a la racionalización, la autocrítica a la crítica.


Lucidez
La iniciación en la lucidez es inseparable de una iniciación en la omnipresencia del problema del error.
El primero de los saberes, según nuestro autor es ser plenamente consientes de que todo conocimiento conlleva riesgo de error e ilusión. Esta lucha es crucial y "contra las ideas, pero no podemos hacerla más que con ideas"
Morin denuncia que la educación, cuyo objetivo esencial es comunicar los conocimientos, permanezca aún hoy a ciegas ante las imperfecciones, dificultades y tendencias tanto al error como a la ilusión que dicho conocimiento posee. La preocupación debe ser, por lo tanto: conocer lo que es conocer, y así afrontar riesgos permanentes de error e ilusión que no cesan de parasitar la mente humana.
Un conocimiento no es el espejo de las cosas o del mundo exterior. Todas las percepciones son a la vez traducciones y reconstrucciones hechas por el sujeto.
Conocer es también interpretar, lo que introduce el riesgo de error por la subjetividad de quien conoce, por su visión del mundo, sus principios de conocimiento, las perturbaciones mentales que aportan las emociones o la proyección de los deseos o miedos.
Se podría solucionar este problema si elimináramos el riesgo de error rechazando cualquier afectividad. Pero esto es imposible porque existe una relación muy estrecha entre inteligencia y afectividad.
La educación debe entonces dedicarse a la identificación de los orígenes de errores, de ilusiones y de cegueras, con un agravante: nuestro sistema de ideas (teorías, doctrinas, ideologías) no sólo cometen errores sino que también los protegen.
La razón humana también está llamada a moderar las aspiraciones que la modernidad le brindó. Lo que se propone desde el pensamiento complejo es la racionalidad; bien diferenciada de la racionalización.
La racionalización es cerrada, (es un mecanismo de defensa que consiste en justificar las acciones) la racionalidad es abierta por naturaleza, dialoga con una realidad que se le resiste a un racionalismo que ignora los seres, la subjetividad, la afectividad, la vida, es irracional.

Introducción en la noosfera
Morin propone desarrollar ciencias inexistentes, como la noología, ciencia de lo imaginario, mitos, dioses; y el estudio de la esfera de las ideas, la noosfera.
Las ideas no están sólo en nuestras mentes, morimos y matamos por las ideas.
Se apoya en Rimbaud y sostiene que la “verdadera vida” no está en las necesidades utilitarias sino en la calidad poética de la existencia.

La filosofía de la vida
La filosofía no es una disciplina ni debe actuar como tal, sino como una potencia interrogante y reflexiva.
En repetidas enumeraciones, la palabra “literatura” aparece junto a otras que, en principio, serían también literatura, como “Novela”, “Poesía”, “Ensayo”.
Para Morin, la poesía forma parte de la literatura, pero al mismo tiempo es más que la literatura, ya que alude a la dimensión poética de la condición humana. 

Enfrentar la incertidumbre
El diccionario de la Real Academia Española define la incertidumbre como “falta de certidumbre”, certidumbre como “certeza” y certeza como “conocimiento seguro y claro de algo” en una primera acepción y en una segunda como “firme adhesión de la mente a algo conocible, sin temor a errar”.
La incertidumbre es algo consustancial con cualquier ámbito de la vida, desde lo más importante hasta lo más cotidiano, porque ¿hay algo de lo que tengamos conocimiento seguro y claro?, no, siempre hay alguna duda por pequeña que esta sea y “sin temor a errar” es una afirmación cuanto menos temeraria.
El mayor aporte del conocimiento desarrollado en el siglo XX es el descubrimiento de los límites del conocimiento. Y la mayor certeza que tenemos con ello es la imposibilidad de eliminar lo incierto, no sólo en acción sino además en el conocimiento.
Debemos crear las condiciones para afrontar la incertidumbre, el caos que se oculta detrás de la ley, el destino incierto del individuo y de la humanidad. Haciendo uso de las ciencias y de lo que han aportado al conocimiento humano.

La Incertidumbre Física y biológica
La termodinámica y las teorías de la organización del cosmos
(creación /destrucción/creación) hacen dialogar al orden y al desorden.
Carecemos absolutamente de certezas sobre la aparición de la vida, sobre su carácter necesario o milagroso, inevitable o casual. Y esta incertidumbre resuena en el sentido de nuestra vida humana.
Todo lo que es pudo nacer del caos, de una mezcla de azar y necesidad, pero debe resistir a enormes fuerzas de destrucción.
La historia de la vida es una historia fallida, con catástrofes que provocan extinción masiva de especies, pero que dan pie al surgimiento de nuevas especies.
“El sol brilla a la temperatura de su explosión. La vida se organiza a la temperatura de su destrucción”. El hombre no se hubiera desarrollado no hubiese tenido que enfrentar tantos desafíos.
La hominización, todo lo que vive debe regenerarse. “Todo lo que es precioso en la tierra es frágil, raro y tiene su destino incierto. Lo mismo sucede con nuestra conciencia”
“Si conservamos y descubrimos nuevos archipiélagos de certeza, debemos saber que navegamos en un océano de incertidumbres”

La Incertidumbre Humana
La condición humana está marcada por dos grandes incertidumbres: la cognitiva y la histórica:
1.- La incertidumbre cognitiva, se está inseguro acerca de las creencias y actitudes del otro.

Existen tres tipos de incertidumbre:
1.- La Incertidumbre Cerebral: el conocimiento no es nunca un reflejo de lo real, sino una representación, traducción, reconstrucción. Esto conlleva el riesgo del error.
2.- La Incertidumbre Psíquica: el conocimiento de los hechos siempre una interpretación.
3.- La Incertidumbre Epistemológica: la de las crisis de fundamentos de certeza en filosofía (Nietzsche) y en la ciencia (Bachelard y Popper)
“Conocer y pensar no es llegar a una  verdad totalmente cierta, sino dialogar con la incertidumbre”. Reconocer y asumir la incertidumbre como fundamento epistemológico, no significa en absoluto sucumbir al escepticismo, puesto que encarar la incertidumbre, ya sea, histórica, existencial o cognitiva, es asumir una postura consciente que nos permita diseñar y poner en práctica estrategias para pensar bien mediante la contextualización y globalización constante de nuestros conocimientos e informaciones

2.- La incertidumbre histórica, se está inseguro acerca de cómo el otro actúa en la interacción. Vinculada con el carácter caótico de la historia humana. La hominización, comenzó con creaciones fabulosas y destrucciones irremediables. No hay leyes históricas, todos los esfuerzos por erradicar, frenar o eliminar acontecimientos o accidentes han fracasado. Desde el inicio de humanidad estamos en una aventura desconocida y actualmente estamos más que nunca pero debemos estarlo de manera consciente. Todo es inesperado. El conocimiento de la historia debe abrirnos hacia la incertidumbre del futuro.
“Hay que prepararse para nuestro mundo incierto y esperar lo inesperado”.
Pero prepararse para nuestro mundo incierto, no es lo mismo que resignarse. Por el contrario “Es esforzarse por pensar bien, es volvernos capaces de elaborar y practicar estrategias, es finalmente, llevar a cabo nuestras apuestas de manera absolutamente consciente”



LOS TRES CAMINOS
1.-  Pensar Bien
Practicar un pensamiento capaz de conceptualizar y totalizar las informaciones y conocimientos, tratando de suprimir el error y la mentira. Que nos lleva al problema de “La Cabeza bien puesta”.
Es también ser consientes de la Ecología de la Acción:
“Toda acción, una vez ejecutada, escapa cada vez más de la voluntad de su autor a medida que entra en el juego de las inter-retro-acciones del medio en el cual interviene”.

De este principio se desprenden dos corolarios:
1.- “Los efectos de la acción dependen no sólo de las intenciones de quien la hace, sino también de las condiciones propias del medio en el cual se desarrollan dichos efectos”.
2.-  “Se puede considerar o suponer los efectos a corto plazo de una acción, pero sus efectos a largo plazo son impredecibles”.

2.- LA ESTRATEGÍA:
“volvernos capaces de elaborar y practicar estrategias”
Es importante tomar esta afirmación del autor al plantear  que debemos “volvernos capaces de elaborar y practicar estrategias“, ya que el principio que debe guiar el quehacer educativo debería ser formar para la vida, reconociendo la incertidumbre como uno de los hechos más frecuentes en nuestro transitar por este mundo.
Morin Opone la estrategia al programa. Este último, el  programa al que estamos acostumbrados y que refiere a una formulación de un conjunto de acciones que rara vez se cumplen para alcanzar ciertos objetivos.
El programa eficaz en condiciones externas estables, pero el menor perturbación de estas condiciones desajustan su ejecución. 
Mientras la estrategia, aun cuando se formula con base en ciertos propósitos, deja abierta la posibilidad de lo incierto, la contingencia y las casualidades. No existe, así, un camino único y predeterminado, sino una multiplicidad de vías posibles.
“Toda nuestra enseñanza tiende al programa, en tanto que la vida nos solicita estrategia, si es posible la serendipia y el arte”

3.- LA APUESTA.
Una estrategia lleva en sí misma la conciencia de la incertidumbre que va a enfrentar, y por eso implica una apuesta, de la que debemos ser totalmente conscientes para no caer en falsas incertidumbres.
La apuesta significa integrar la incertidumbre en la fe o en la esperanza. La apuesta no se limita a juegos de azar o empresas peligrosas. Está implicada en los compromisos fundamentales de nuestra vida.
"Cada individuo debe ser plenamente consciente de que su propia vida es una aventura, incluso cuando cree que está encerrada en una seguridad; todo destino humano implica incertidumbre irreductible, inclusive la certeza absoluta la de la muerte, ya que ignoramos su fecha. Cada uno debe ser plenamente consciente de su participación en la aventura de la humanidad que ahora tiene una rapidez acelerada, lanzada hacia lo desconocido".


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