Aprender a vivir
Durkheim,
el objeto de la educación no es darle al alumno cada vez mayor cantidad de
conocimientos sino crear en él un estado interior y profundo, que lo oriente en
un sentido definido no sólo durante la infancia sino para la vida.
Para
aprender a vivir se necesita no sólo de conocimientos sino de la transformación
en el propio estado mental.
Siguiendo
a Rousseau, Morin afirma que enseñar es enseñar a vivir, no acumular
conocimiento sino incorporarlo y convertirlo en sabiduría.
La Escuela de la
vida y la comprensión humana
Debemos
pensar a la literatura, la poesía y el cine como escuelas de vida, en múltiples
sentidos: escuelas de la lengua y de la cualidad poética de la vida, de la
emoción estética y del asombro, y que permiten el descubrimiento de uno mismo,
como escuelas de la complejidad y de la compresión humana.
Con
ellas podemos aprender las lecciones más importantes de la vida.
No
basta con explicar. Las ciencias humanas se deben comprender. La comprensión se
logra mediante una pedagogía conjunta. Hay que oponer la racionalidad a la
racionalización, la autocrítica a la crítica.
Lucidez
La
iniciación en la lucidez es inseparable de una iniciación en la omnipresencia
del problema del error.
El primero de los saberes, según nuestro
autor es ser plenamente consientes de que todo conocimiento conlleva riesgo de error e
ilusión. Esta lucha es crucial y "contra las ideas, pero no podemos
hacerla más que con ideas"
Morin denuncia que la educación, cuyo
objetivo esencial es comunicar los conocimientos, permanezca aún hoy a ciegas
ante las imperfecciones, dificultades y tendencias tanto al error como a la
ilusión que dicho conocimiento posee. La preocupación debe ser, por lo tanto: conocer
lo que es conocer, y así afrontar riesgos permanentes de error e
ilusión que no cesan de parasitar la mente humana.
Un conocimiento no es el espejo de las
cosas o del mundo exterior. Todas las percepciones son a la vez traducciones y
reconstrucciones hechas por el sujeto.
Conocer es también interpretar, lo que
introduce el riesgo de error por la subjetividad de quien conoce, por su visión
del mundo, sus principios de conocimiento, las perturbaciones mentales que
aportan las emociones o la proyección de los deseos o miedos.
Se podría solucionar este problema si
elimináramos el riesgo de error rechazando cualquier afectividad. Pero esto es
imposible porque existe una relación muy estrecha entre inteligencia y
afectividad.
La educación debe entonces dedicarse a la
identificación de los orígenes de errores, de ilusiones y de cegueras, con un
agravante: nuestro sistema de ideas (teorías, doctrinas, ideologías) no sólo
cometen errores sino que también los protegen.
La razón humana también está llamada a
moderar las aspiraciones que la modernidad le brindó. Lo que se propone desde
el pensamiento complejo es la racionalidad; bien diferenciada de la racionalización.
La racionalización es cerrada, (es un mecanismo de defensa que consiste en justificar
las acciones) la racionalidad es abierta por
naturaleza, dialoga con una realidad que se le resiste a un racionalismo que
ignora los seres, la subjetividad, la afectividad, la vida, es irracional.
Introducción en
la noosfera
Morin
propone desarrollar ciencias inexistentes, como la noología, ciencia de lo
imaginario, mitos, dioses; y el estudio de la esfera de las ideas, la noosfera.
Las
ideas no están sólo en nuestras mentes, morimos y matamos por las ideas.
Se
apoya en Rimbaud y sostiene que la “verdadera vida” no está en las necesidades
utilitarias sino en la calidad poética de la existencia.
La filosofía de
la vida
La
filosofía no es una disciplina ni debe actuar como tal, sino como una potencia
interrogante y reflexiva.
En
repetidas enumeraciones, la palabra “literatura” aparece junto a otras que, en
principio, serían también literatura, como “Novela”, “Poesía”, “Ensayo”.
Para
Morin, la poesía forma parte de la literatura, pero al mismo tiempo es más que
la literatura, ya que alude a la dimensión poética de la condición humana.
Enfrentar la
incertidumbre
El
diccionario de la Real Academia Española define la incertidumbre como “falta de
certidumbre”, certidumbre como “certeza” y certeza como “conocimiento seguro y
claro de algo” en una primera acepción y en una segunda como “firme adhesión de
la mente a algo conocible, sin temor a errar”.
La
incertidumbre es algo consustancial con cualquier ámbito de la vida, desde lo
más importante hasta lo más cotidiano, porque ¿hay algo de lo que tengamos
conocimiento seguro y claro?, no, siempre hay alguna duda por pequeña que esta
sea y “sin temor a errar” es una afirmación cuanto menos temeraria.
El
mayor aporte del conocimiento desarrollado en el siglo XX es el descubrimiento
de los límites del conocimiento. Y la mayor certeza que tenemos con ello es la
imposibilidad de eliminar lo incierto, no sólo en acción sino además en el
conocimiento.
Debemos
crear las condiciones para afrontar la incertidumbre, el caos que se oculta
detrás de la ley, el destino incierto del individuo y de la humanidad. Haciendo
uso de las ciencias y de lo que han aportado al conocimiento humano.
La Incertidumbre
Física y biológica
La
termodinámica y las teorías de la organización del cosmos
(creación /destrucción/creación) hacen dialogar al orden y al desorden.
(creación /destrucción/creación) hacen dialogar al orden y al desorden.
Carecemos
absolutamente de certezas sobre la aparición de la vida, sobre su carácter
necesario o milagroso, inevitable o casual. Y esta incertidumbre resuena en el
sentido de nuestra vida humana.
Todo
lo que es pudo nacer del caos, de una mezcla de azar y necesidad, pero debe
resistir a enormes fuerzas de destrucción.
La
historia de la vida es una historia fallida, con catástrofes que provocan
extinción masiva de especies, pero que dan pie al surgimiento de nuevas
especies.
“El
sol brilla a la temperatura de su explosión. La vida se organiza a la
temperatura de su destrucción”. El hombre no se hubiera desarrollado no hubiese
tenido que enfrentar tantos desafíos.
La
hominización, todo lo que vive debe regenerarse. “Todo lo que es precioso en la
tierra es frágil, raro y tiene su destino incierto. Lo mismo sucede con nuestra
conciencia”
“Si
conservamos y descubrimos nuevos archipiélagos de certeza, debemos saber que
navegamos en un océano de incertidumbres”
La Incertidumbre
Humana
La
condición humana está marcada por dos grandes incertidumbres: la cognitiva y la
histórica:
1.- La
incertidumbre cognitiva, se está inseguro acerca de las creencias y
actitudes del otro.
Existen tres tipos de incertidumbre:
1.-
La Incertidumbre Cerebral: el
conocimiento no es nunca un reflejo de lo real, sino una representación,
traducción, reconstrucción. Esto conlleva el riesgo del error.
2.-
La Incertidumbre Psíquica: el
conocimiento de los hechos siempre una interpretación.
3.-
La Incertidumbre Epistemológica: la
de las crisis de fundamentos de certeza en filosofía (Nietzsche) y en la
ciencia (Bachelard y Popper)
“Conocer y
pensar no es llegar a una verdad
totalmente cierta, sino dialogar con la incertidumbre”. Reconocer y asumir la
incertidumbre como fundamento epistemológico, no significa en absoluto sucumbir
al escepticismo, puesto que encarar la incertidumbre, ya sea, histórica,
existencial o cognitiva, es asumir una postura consciente que nos permita
diseñar y poner en práctica estrategias para pensar bien mediante la
contextualización y globalización constante de nuestros conocimientos e
informaciones
2.- La
incertidumbre histórica, se está inseguro acerca de cómo el otro actúa en
la interacción. Vinculada con el carácter caótico de la historia humana. La
hominización, comenzó con creaciones fabulosas y destrucciones irremediables.
No hay leyes históricas, todos los esfuerzos por erradicar, frenar o eliminar
acontecimientos o accidentes han fracasado. Desde el inicio de humanidad
estamos en una aventura desconocida y actualmente estamos más que nunca pero
debemos estarlo de manera consciente. Todo es inesperado. El conocimiento de la
historia debe abrirnos hacia la incertidumbre del futuro.
“Hay
que prepararse para nuestro mundo incierto y esperar lo inesperado”.
Pero
prepararse para nuestro mundo incierto, no es lo mismo que resignarse. Por el
contrario “Es esforzarse por pensar bien, es volvernos capaces de elaborar y
practicar estrategias, es finalmente, llevar a cabo nuestras apuestas de manera
absolutamente consciente”
LOS TRES CAMINOS
1.- Pensar Bien
Practicar
un pensamiento capaz de conceptualizar y totalizar las informaciones y
conocimientos, tratando de suprimir el error y la mentira. Que nos lleva al
problema de “La Cabeza bien puesta”.
Es también ser consientes de la Ecología de la
Acción:
“Toda acción, una vez ejecutada, escapa cada vez más
de la voluntad de su autor a medida que entra en el juego de las
inter-retro-acciones del medio en el cual interviene”.
De este principio se desprenden dos corolarios:
1.- “Los efectos de la acción dependen no sólo de
las intenciones de quien la hace, sino también de las condiciones propias del
medio en el cual se desarrollan dichos efectos”.
2.- “Se puede
considerar o suponer los efectos a corto plazo de una acción, pero sus efectos
a largo plazo son impredecibles”.
2.- LA
ESTRATEGÍA:
“volvernos
capaces de elaborar y practicar estrategias”
Es importante
tomar esta afirmación del autor al plantear
que debemos “volvernos capaces de elaborar y practicar estrategias“, ya
que el principio que debe guiar el quehacer educativo debería ser formar para
la vida, reconociendo la incertidumbre como uno de los hechos más frecuentes en
nuestro transitar por este mundo.
Morin Opone la
estrategia al programa. Este último, el
programa al que estamos acostumbrados y que refiere a una
formulación de un conjunto de acciones que rara vez se cumplen para alcanzar
ciertos objetivos.
El programa
eficaz en condiciones externas estables, pero el menor perturbación de estas
condiciones desajustan su ejecución.
Mientras la estrategia, aun cuando se formula con base en ciertos propósitos, deja
abierta la posibilidad de lo incierto, la contingencia y las casualidades. No
existe, así, un camino único y predeterminado, sino una multiplicidad de vías
posibles.
“Toda
nuestra enseñanza tiende al programa, en tanto que la vida nos solicita
estrategia, si es posible la serendipia y el arte”
3.- LA APUESTA.
Una
estrategia lleva en sí misma la conciencia de la incertidumbre que va a
enfrentar, y por eso implica una apuesta, de la que debemos ser totalmente
conscientes para no caer en falsas incertidumbres.
La
apuesta significa integrar la incertidumbre en la fe o en la esperanza. La
apuesta no se limita a juegos de azar o empresas peligrosas. Está implicada en
los compromisos fundamentales de nuestra vida.
"Cada individuo debe ser plenamente consciente de que su
propia vida es una aventura, incluso cuando cree que está encerrada en una
seguridad; todo destino humano implica incertidumbre irreductible, inclusive la
certeza absoluta la de la muerte, ya que ignoramos su fecha. Cada uno debe ser
plenamente consciente de su participación en la aventura de la humanidad que
ahora tiene una rapidez acelerada, lanzada hacia lo desconocido".
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