Los cambios políticos, económicos y sociales, desde la década de los años sesenta en América Latina y el Caribe han generado una profunda transformación del Sistema Educativo en la mayoría de los países de la Región, que no escapan de una realidad cada vez más palpable de un crecimiento de la matrícula estudiantil; aumento del número de profesores; la multiplicación de las instituciones educativas y por su rápida proliferación, el desconocimiento de los niveles de calidad de esas instituciones y de sus programas; disminución de la inversión pública, y el incremento de una internacionalización desfavorable.
Situación que ha venido acompañada por una carencia de información para estudiar evolución, estado actual y perspectivas de la educación
superior. Ya que se carece de sistemas de recopilación, análisis y
almacenamiento de datos. Por estas razones la información que se maneja es
incompleta y desactualizada, no resulta comparable y por tanto no es confiable.
De
allí que se le confiara a la Cátedra UNESCO de Educación Superior de la
Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia, la realización de una investigación
específica, en esta materia.
Entre
las transformaciones del sistema educativo, planteadas por Yarzábal, destacan:
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El crecimiento de la población Estudiantil. Nada
más entre
1950 y 1994, el número de inscritos en educación
superior en América Latina, se
multiplicó por 27, alcanzando en 1994 alrededor de 8 millones. Con una
composición muy variada no sólo
en grupos de edades, sino por sus necesidades educativas y su
disponibilidad de tiempo para la formación.
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El
número total de docentes de educación superior se multiplicó por 28, pasando de
unos 25 mil en 1950, a más de 700.000 en
1994. Aumento que se dio sin la capacidad de formación de profesores. De donde
se ha estimado que sólo el 20 % de los docentes tiene formación de postgrado y
que el 10% pueden ser catalogados como investigadores independientes y en
muchos casos, por la reducción de los salarios, trabajan a tiempo parcial en
varias instituciones a la vez, reduciendo el tiempo dedicado a la enseñanza y la
posibilidad de efectuar investigación.
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El
aumento del número de instituciones de educación superior, que se dio de 100 en 1950 a alrededor de 6 mil en 1994. Solamente
las universidades, pasaron de alrededor
de 70 a más de 800, de ellas el 60 % son
del sector privado. Constituyendo el 15% del total de instituciones de
educación superior, y aun así reúnen el 70% de la matrícula estudiantil, del
cuerpo docente y de los investigadores. Instituciones que en la región y en cada
país, son muy variables en cuanto a su pertinencia, calidad y equidad; y que no
han sido sometidos a mecanismos objetivos y precisos de evaluación y
acreditación.
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Esta
proliferación de instituciones de Educación Superior no fue acompañada por
mecanismos de acreditación y regulación, razón por la cual se desconoce la
capacidad académica y la pertinencia social de la mayoría de ellas.
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Tampoco
fue acompañado de un incremento equivalente de los fondos públicos destinados a
la educación. Salvo Costa Rica y Cuba, los demás países de la región se vieron
afectados por una severa restricción financiera.
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La
internacionalización de la educación superior y de la investigación científica,
se acentuó en las últimas décadas. Pero
de forma desorganizada, con fuga de recursos humanos que lejos de contribuir al
fortalecimiento de los sistemas de educación y de ciencia y tecnología de la
Región, provocó una importante y sostenida emigración de profesionales y
científicos que están fortaleciendo los
sistemas educativos, los centros de investigación y las economías de países
industrializados.
De esta realidad en América Latina y el Caribe se hace necesario un nuevo
papel de la Educación Superior. Puesto que la capacidad de las personas para crear,
apropiarse y adaptarse a las nuevas tecnologías y a la globalización, está
demandando una revalorización del conocimiento.
En América Latina ya
se ve a la educación como el motor principal del desarrollo, con las demandas y
necesidades que nacen de la Región, y que evidencian el desafío de una
integración regional, así como el replantear las visiones, misiones, estructuras y currículos de las universidades, para que
atiendan la demanda de acceso y niveles de calidad.
Las relaciones entre las
universidades y los estados, actores
principales de la educación superior latinoamericana han cambiado, pero se
necesita un nuevo diálogo, para hacer realidad nuevas transformaciones
necesarias, que deben hacerse en el propio seno de las universidades, en
concordancia con los cambios de la sociedad, como una reinvención de las
instituciones para satisfacer las tradiciones, culturas, demandas y carencias. Sin suponer un
plan único para todas las instituciones pues cada una, con realidades distintas,
requerirá una estrategia particular de cambio y desarrollo.
Algunos lineamientos
de políticas
Las políticas
neoliberales han presentado un modelo estándar para la cultura académica y las
prácticas educativas, en el que la competitividad es el único mecanismo para
alcanzar el mejoramiento de la calidad del servicio, es estimulando la privatización de la
educación, pues el compromiso público de los gobiernos debe contraerse y que el
mercado debe regir los cambios institucionales.
Pero el cambio y el
desarrollo de la educación superior en América Latina y el Caribe: Suponen el
diseño y la instrumentación de políticas y estrategias integrales que atiendan el
sistema educativo, tomando en cuenta su complejidad, su dinámica interna y los
cambios que están ocurriendo.
La meta debe ser
mejorar la equidad, pertinencia y calidad de la educación superior, en base a un
proceso de evaluación de programas, instituciones
y sistemas, que a la vez cree un sistema
de información confiable, normalizado, objetivo y permanentemente actualizado.
En su planteamiento Yarzábal
señala algunos lineamientos de políticas que deben aplicarse, entre ellas:
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Crear
un sistema latinoamericano de información
para fortalecer los sistemas nacionales de educación superior, que permita realizar
estudios comparativos, detectar y difundir las iniciativas exitosas de transformación
y orientar la cooperación internacional.
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Impulsar
programas y estrategias que permitan responder a una demanda que conviene
estimular, procurando alcanzar una efectiva democratización, de manera que toda
persona con los méritos suficientes tenga asegurado el acceso.
Para lograr estos
propósitos es necesario:
1.- Fortalecer la
capacidad de las universidades para cumplir cabalmente sus funciones de
docencia, investigación, extensión y servicios.
2.- Aumentar la
valoración social de la educación técnica y humanística.
3.- Asegurar una educación permanente y sin
fronteras durante toda la vida.
4.- Instrumentar o
consolidar procesos de descentralización y regionalización de la educación
superior.
5.- Generar fuertes
vínculos entre las universidades y el conjunto del sistema.
6.- Implantar sistemas solidarios de apoyo a los estudiantes
carentes de recursos financieros.
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Crear
programas orientados a formar profesores e investigadores y escuelas de
pensamiento humanístico. Construir modelos alternativos de organización social y
de desarrollo humano. Los docentes incorporados al sistema, deben capacitarse
en servicio o a través de programas de postgrado. Así mismo las instituciones
de educación superior deben proporcionar las condiciones mínimas necesarias
para el ejercicio de las tareas académicas, incluyendo las asignaciones
financieras y el entorno físico.
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Organizar
los tipos institucionales en subsistemas, coordinándolos y dotándolos de la
flexibilidad necesaria para que el estudiante que ingrese a cualquiera de los
niveles tenga asegurada la posibilidad de pasar de uno a otro nivel sin tener
que volver a desarrollar sus estudios desde el principio. Esto podría lograrse
mediante la implantación de un ciclo básico común (en ciencias exactas,
naturales, humanas o sociales) y el reconocimiento de los estudios realizados en
cualquier componente del sistema.
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Adoptar
una serie de normas y criterios que faciliten la movilización de docentes,
investigadores, estudiantes, técnicos, profesionales y obreros calificados en
los espacios generados por procesos de integración. El Estado debe regulador e
impulsar procesos de integración en la Región mediante acuerdos comerciales.
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Incrementar
la inversión pública en educación y establecer mecanismos de incentivos
tributarios que permitan potenciar sistemas de crédito educativo, subsidios a
proyectos de inversión para el desarrollo institucional, y financiación de actividades
de investigación. Ya que el Estado debe asegurar la entrega del bien público
que constituye la educación.
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Innovar
con un nuevo paradigma de cooperación horizontal, con alternativas viables que
acompañen los cambios necesarios en la educación superior. En base a la colaboración solidaria, aprovechando
los recursos humanos, materiales y financieros, promoviendo la creación de asociaciones, que
generen “masas críticas” de investigadores, que optimicen el uso de tecnologías
de punta, y aprovechar las oportunidades y potenciales de la Región.
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El proceso de transformación cuando se logre la relación
sinérgica de los distintos actores sociales, en base a un diálogo constructivo,
con mecanismos óptimos de negociación y en los propósitos comunes de proyectos
estratégicos. Por supuesto tomando en
cuenta la experiencia de los organismos internacionales y su conocimiento de
las realidades de los diversos países de América Latina, que son una plataforma
que podría ser de utilidad para la definición y asesoría en los procesos
nacionales de transformación de la educación superior.
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